Uno
de los pilares del trabajo de la Asociación es la conservación ambiental con
enfoque participativo y territorial. En escenarios de alta complejidad,
como la Reserva Nacional Pizarro (Salta), AMR participa en la elaboración del
Plan de Gestión, reconociendo las tensiones jurisdiccionales y la diversidad
cultural que coexiste en el territorio. Comunidades criollas y Wichí comparten
un espacio que ha sido históricamente disputado entre intereses productivistas,
ecológicos y estatales. Lejos de sostener una visión excluyente o puramente
técnica de la conservación, AMR promueve una gestión basada en valores
ecosistémicos y culturales, apostando por una gobernanza que escuche y articule
a todos los actores. En una línea similar, en el Parque Nacional El Rey, la
Asociación incorpora una mirada antropológica y de género, entendiendo que la
conservación debe también considerar los marcos sociales que configuran el
territorio: los usos tradicionales, las desigualdades históricas y las
tensiones entre el “uso sostenible” y la “conservación estricta”.
A
esta dimensión ambiental se suma con fuerza el eje del desarrollo rural
sustentable y el fortalecimiento comunitario. AMR reconoce que no hay
conservación duradera sin alternativas de vida dignas para las poblaciones que
habitan el territorio. Por eso promueve, junto a instituciones como INTA,
experiencias como Pacha K’Anchay, en el marco del Proyecto Paisaje de Yungas,
donde se impulsan cadenas de valor asociadas a la agroecología, la
bioconstrucción, la ganadería regenerativa, el ecoturismo y la diversificación
productiva. Estas acciones fortalecen capacidades técnicas, valorizan los
saberes locales y fomentan redes cooperativas. Otro ejemplo de esta línea es el
subproyecto aprobado en 2022 en el área de amortiguamiento del Parque El Rey
(Víboras–Cabeza de Anta), donde AMR articuló con Fundación Reverdecer, IPAF NOA
e INTA para diseñar un modelo productivo sustentable, adaptado a las
condiciones ecológicas del monte chaqueño y centrado en los medios de vida de
las comunidades.
El
compromiso con la sustentabilidad también se expresa en la incidencia en
políticas de cambio climático y mercados de carbono. En 2024, la Asociación
participó activamente del Foro Provincial de Carbono en Salta, impulsando la
articulación público‑privada para promover proyectos certificables de captura
de carbono (bajo estándares VERRA) en el marco de una economía verde con
inclusión. AMR apuesta a construir un marco normativo provincial que permita
integrar iniciativas agroforestales, ganadería regenerativa y conservación con
mecanismos financieros y legales estables. En paralelo, sostuvo una posición
clara en defensa de la Ley de Bosques Nativos, sumándose a más de 100
organizaciones que exigieron al Congreso argentino no retroceder en las
normativas ambientales vigentes y dotara de los presupuestos comprometidos y
necesarios a las provincias para la ejecución de las políticas de conservación,
desarrollo ordenado y control. Este posicionamiento evidencia que para la
Asociación la defensa del ambiente no es negociable y debe resguardarse bajo
principios legales firmes y democráticamente construidos.
Finalmente,
una de las líneas más estructurantes del trabajo de AMR es su apuesta por la educación,
los derechos humanos y la participación ciudadana, bajo un enfoque
integral. La Asociación concibe que los procesos de transformación deben
involucrar a las personas desde sus propias experiencias y contextos. Por ello
desarrolla acciones educativas en derechos humanos y ambiente con jóvenes del
interior provincial, en articulación con la Secretaría de Derechos Humanos,
promoviendo conciencia crítica, participación activa y conocimiento del
entorno. Asimismo, ha impulsado talleres de formación jurídica dirigidos a
comunidades indígenas –como las comunidades Wichí de Dragones e Hickman– con el
objetivo de fortalecer su autonomía y su capacidad de participación legal
frente a disputas por el uso del suelo y los recursos naturales, especialmente
en lo que refiere a la Ley de Bosques.
En
suma, la mirada institucional de la Asociación Miguel Ragone se
construye desde un paradigma territorial y multidimensional, en el que se
entrecruzan la defensa del ambiente, el desarrollo rural sostenible, la
justicia climática, la educación en derechos y la participación social. No se
trata de una acción puntual ni de un proyecto aislado, sino de una forma
coherente de intervenir en el territorio, desde la escucha, el trabajo
articulado y el respeto por las diversidades.
AMR
asume que conservar no es aislar, sino incluir; que producir no es depredar,
sino cuidar; que gobernar el territorio no es imponer, sino dialogar. En una
época donde los discursos sobre desarrollo y ambiente están muchas veces
cooptados por intereses extractivos, la Asociación se posiciona como un actor
que apuesta por otra forma de habitar los territorios: más justa, más
consciente, más democrática. Es en esa confluencia entre naturaleza, cultura y
derechos donde radica la fuerza transformadora de su trabajo.