lunes, 21 de julio de 2025

La visiónde la Asociación Miguel Ragone en políticas de territorio, ambiente y justicia social

En un contexto global signado por el deterioro ambiental, las crisis climáticas y la profundización de las desigualdades territoriales, la Asociación Miguel Ragone (AMR) asume un compromiso activo y transformador desde el norte argentino. Su intervención no se limita a la conservación de la naturaleza como bien aislado, sino que promueve una articulación profunda entre ambiente, territorio, derechos humanos y justicia social. A través de una multiplicidad de acciones que vinculan a comunidades rurales, pueblos indígenas, instituciones científicas y organismos públicos, AMR construye una agenda integral de transformación anclada en la equidad, la participación y el respeto por la diversidad biocultural.

Uno de los pilares del trabajo de la Asociación es la conservación ambiental con enfoque participativo y territorial. En escenarios de alta complejidad, como la Reserva Nacional Pizarro (Salta), AMR participa en la elaboración del Plan de Gestión, reconociendo las tensiones jurisdiccionales y la diversidad cultural que coexiste en el territorio. Comunidades criollas y Wichí comparten un espacio que ha sido históricamente disputado entre intereses productivistas, ecológicos y estatales. Lejos de sostener una visión excluyente o puramente técnica de la conservación, AMR promueve una gestión basada en valores ecosistémicos y culturales, apostando por una gobernanza que escuche y articule a todos los actores. En una línea similar, en el Parque Nacional El Rey, la Asociación incorpora una mirada antropológica y de género, entendiendo que la conservación debe también considerar los marcos sociales que configuran el territorio: los usos tradicionales, las desigualdades históricas y las tensiones entre el “uso sostenible” y la “conservación estricta”.

A esta dimensión ambiental se suma con fuerza el eje del desarrollo rural sustentable y el fortalecimiento comunitario. AMR reconoce que no hay conservación duradera sin alternativas de vida dignas para las poblaciones que habitan el territorio. Por eso promueve, junto a instituciones como INTA, experiencias como Pacha K’Anchay, en el marco del Proyecto Paisaje de Yungas, donde se impulsan cadenas de valor asociadas a la agroecología, la bioconstrucción, la ganadería regenerativa, el ecoturismo y la diversificación productiva. Estas acciones fortalecen capacidades técnicas, valorizan los saberes locales y fomentan redes cooperativas. Otro ejemplo de esta línea es el subproyecto aprobado en 2022 en el área de amortiguamiento del Parque El Rey (Víboras–Cabeza de Anta), donde AMR articuló con Fundación Reverdecer, IPAF NOA e INTA para diseñar un modelo productivo sustentable, adaptado a las condiciones ecológicas del monte chaqueño y centrado en los medios de vida de las comunidades.

El compromiso con la sustentabilidad también se expresa en la incidencia en políticas de cambio climático y mercados de carbono. En 2024, la Asociación participó activamente del Foro Provincial de Carbono en Salta, impulsando la articulación público‑privada para promover proyectos certificables de captura de carbono (bajo estándares VERRA) en el marco de una economía verde con inclusión. AMR apuesta a construir un marco normativo provincial que permita integrar iniciativas agroforestales, ganadería regenerativa y conservación con mecanismos financieros y legales estables. En paralelo, sostuvo una posición clara en defensa de la Ley de Bosques Nativos, sumándose a más de 100 organizaciones que exigieron al Congreso argentino no retroceder en las normativas ambientales vigentes y dotara de los presupuestos comprometidos y necesarios a las provincias para la ejecución de las políticas de conservación, desarrollo ordenado y control. Este posicionamiento evidencia que para la Asociación la defensa del ambiente no es negociable y debe resguardarse bajo principios legales firmes y democráticamente construidos.

Finalmente, una de las líneas más estructurantes del trabajo de AMR es su apuesta por la educación, los derechos humanos y la participación ciudadana, bajo un enfoque integral. La Asociación concibe que los procesos de transformación deben involucrar a las personas desde sus propias experiencias y contextos. Por ello desarrolla acciones educativas en derechos humanos y ambiente con jóvenes del interior provincial, en articulación con la Secretaría de Derechos Humanos, promoviendo conciencia crítica, participación activa y conocimiento del entorno. Asimismo, ha impulsado talleres de formación jurídica dirigidos a comunidades indígenas –como las comunidades Wichí de Dragones e Hickman– con el objetivo de fortalecer su autonomía y su capacidad de participación legal frente a disputas por el uso del suelo y los recursos naturales, especialmente en lo que refiere a la Ley de Bosques.

En suma, la mirada institucional de la Asociación Miguel Ragone se construye desde un paradigma territorial y multidimensional, en el que se entrecruzan la defensa del ambiente, el desarrollo rural sostenible, la justicia climática, la educación en derechos y la participación social. No se trata de una acción puntual ni de un proyecto aislado, sino de una forma coherente de intervenir en el territorio, desde la escucha, el trabajo articulado y el respeto por las diversidades.

AMR asume que conservar no es aislar, sino incluir; que producir no es depredar, sino cuidar; que gobernar el territorio no es imponer, sino dialogar. En una época donde los discursos sobre desarrollo y ambiente están muchas veces cooptados por intereses extractivos, la Asociación se posiciona como un actor que apuesta por otra forma de habitar los territorios: más justa, más consciente, más democrática. Es en esa confluencia entre naturaleza, cultura y derechos donde radica la fuerza transformadora de su trabajo.